domingo, 19 de mayo de 2019

Corazón de maestro

Siempre he pensado que cruzarte con un buen profesor es un regalo. Un regalo de esos que no olvidas en la vida, que te acompaña en cada lección que aprendes al crecer.

Son tan importantes, tan necesarios. Me gusta que estén totalmente enamorados de lo que hacen. Contagian las ganas de descubrir y te recuerdan  que jugar no es solo cosas de niños.

Son observadores, expertos en escuchar, conocedores de que cada persona es un mundo, que en cada corazón destacan talentos distintos. Llevan los bolsillos cargados de paciencia y ganas de motivar.

Organizados pero con el rincón de la improvisación despierto. Con la creatividad suficiente como para dar respuesta a todas las preguntas.

Un buen profesor es el que reconoce que nunca lo sabemos todo, pero sabe transmitir que ese aprendizaje constante es una de las mejores aventuras de la vida.


Cintia Navarro Márquez

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