La M-30 está cubierta de corazones. Un grafitero anónimo ha decidido llenar de color las grisáceas carreteras madrileñas, animando el día a día a los conductores.
Esta agradable acogida ha animado al artista a pintar muchos más, ampliando la gama cromática y adentrándose al centro de la ciudad. Y, aunque él prefiere mantenerse en el anonimato, no ha querido perder la ocasión de agradecer a sus fans todo el cariño.
Decenas de estas muestras de arte adornan nuestras ciudades y se entremezclan con el paisaje urbano, pero la línea roja que separa el arte del vandalismo es muy difusa y lo que para unos es Arte con mayúscula, y lo defienden por encima de todo, para otros es un atentado contra los bienes públicos y debería ser castigado.
En mi opinión, creo que esos corazones no le hacen daño a nadie, solo alegran a las miles de personas que pasan por ahí cada día.
Cintia Navarro Márquez
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